Escriben a más no poder, son unos lectores apasionados y aficionados. No saben quienes son. Tienen realidades distintas, a veces son amigos, a veces son amantes, a veces se odian, a veces se quieren, a veces se extrañan, a veces mueren por estar uno cerca del otro y a veces disfrutan de la distancia que los separa. Se ponen de acuerdo, discuten, disiden, ríen, lloran, viven, se enojan, se alegran. Confían, desconfían. Sueñan, se ilusionan, se desilusionan. Sienten demasiado. Su amor es un secreto, su secreto. Es un cuento infinito, el un príncipe, ella una princesa con tacones de cristal. Son felices en su desdicha. Se preocupan por el otro, a veces se abandonan. Intentan desaparecer de la vida del otro, pero existe entre ellos un magnetismo y por más que se alejen, siempre vuelven. Ya no luchan contra él, se dejan llevar. Se encuentran, se desencuentran. Son compañía y soledad. Se complementan, se llenan, se destruyen. Aunque ese amor es más fuerte. Palabra tras palabra esa pasió