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Historia de colectivo

Sábado por la tarde, la vida sigue.
En su vida con pocos amoríos y muchas dudas, sale cada lunes a la mañana, toma el colectivo e inesperadamente ahí esta él, que reluce entre todos los pasajeros, sus ojos claros serios la observan cada vez que se da la vuelta. El amor que se tienen es distinto. Es caprichoso, de adolescentes.  Dan vueltas, se miran mal, se sonríen alguna que otra vez... pero sino se ven, sienten un vacío. Es que es una hora de sus vidas la que comparten en ese viaje.
Un día de lluvia todavía invierno, él tiene la oportunidad de viajar toda una hora con ella, se sientan juntos.
Ella brillaba de felicidad, sus ojos se estremecen cada vez que lo ve dormir. A él le gusta mirarla de a ratos siempre que ella este desprevenida.
Pasan los viajes, muchas veces ella no se anima y cada vez que hay un asiento vacío a su lado decide dejarlo pasar. Él como siempre se ofende, ella se cansa y lo deja ir. En ese momento, el al ver que no van a compartir el mismo colectivo, él sube enojado, se sienta junto a la ventana y la mira hasta que el colectivo dobla y la pierde de vista completamente.
Ella aparenta 16 pero tiene más, él menos de 30. Supone que ella es sólo una niña y que tiene que evitarla pero en el fondo sabe que una niña no podría tener esos libros, y entonces llega a la conclusión de que puede tener 18 y que igual sigue siendo chica para él ; no puede acercarse a ella, que de vez en cuando viaja con su padre, un señor bastante cascarrabias.
Su amor llega hasta allí, ninguno va a dar el brazo a torcer, ninguno se anima a hablarle al otro. Ambos son bellos y jóvenes, ambos están cómodos en soledad.


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