Y es que por momentos, dejamos de ser visibles ante los ojos
de otros.
Y así fue como de nuevo, me perdí en unos ojos que no ven ;
puede que estos ojos sean aún más hermosos que los que alguna vez deslumbraron,
es un misterio.
Su dueño, altanero, tímido, inteligente, citadino de esos
que ni descuidadamente arroja miradas. Suele sentarse en las primeras filas del
salón, no disimula su inteligencia e interés por cualquier materia, es
excesivamente estudioso, tiene buena caligrafía para ser hombre, y es
desconocido ante los signos del zodiaco. Pertenece a una familia de alta jerarquía,
pero su círculo de amistad universitario termina siendo un círculo conocido,
porque si el mundo es un pañuelo, la facultad es el círculo reducido del
pañuelo.
Y acá vamos de nuevo a la eterna incertidumbre, a la
desconfianza en si mismo, al saber que tampoco es pero eso no quita esos
nervios al verlo, o al simplemente saludarlo; a mirarlo sin disimulo y que no
se de cuenta. Habrá hablado tres veces con el y fue eso lo que la atrapó-
porque a veces nos ilusionamos con las personalidades- a veces la belleza se
queda afuera, a veces te gusta porque sí. Y eso es lo raro del mundo, quizás
saber que es imposible lo hace más tentador o la total ignorancia del otro, me
gustas, es mi secreto.
El punto es que no va a ser la primera ni la última vez que
uno es invisible ante los ojos de otro, él también debe ser invisible ante los
ojos de otra u otras; es una cadena sinfín- sin embargo, esas horas de cursada
valen la pena sabiendo que va a estar ahí, y seguro hará algún comentario con
su voz y su tonada tan distinguida. Aunque probablemente nunca se dé cuenta.
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