Hace dos años quizás soñaba con conocer Machu Picchu, tenía 23 años y recién empezaba a trabajar. Me acuerdo de que estaba muy ilusionada con mi primer trabajo bueno no fue el primero de todos, pero sí el primero en blanco y con condiciones que me servían bastante.
No esperaba conocer las Cataratas del Iguazú (patrimonio universal según UNESCO) hace unos años, también el Parque Nacional Talampaya y el Parque Provincial Ischigualasto o la provincia de Mendoza (capital y San Rafael) o Montevideo, la capital de Uruguay. De a poquito fui sumando destinos y esta vez no fue sola, esta vez me acompañó mi gran compañera la que sé que va a estar siempre, aunque no quiera, aunque la vida se torne difícil: mi hermana junto a mi sobrina por supuesto, dos seres de luz que me están iluminando en este período en el que estoy llena de recuerdos y aun no logro superarlos. Sé que el tiempo va a curar y sé que estar rodeada de tanta gente buena que me quiere bien va a dar sus frutos, pero tengo que ser paciente.
Mientras tanto puedo decir que me acerque un poquito más a mis orígenes, Perú es increíble (al menos puedo hablar de Cusco) este viaje me dejó muchas enseñanzas, incluso esa sensación de que puedo cumplir unos pares de sueños más y que solo depende de mí, de mi esfuerzo, de mis ganas. Al fin y al cabo, soy todo lo que tengo y me tiene que alcanzar con eso.
Podría decir que para los que vivimos al nivel del mar, es un cambio brusco la llegada a Cusco (aproximadamente 3500 msnm) el primer día nos costó, tuve migraña, mi hermana mareos y vómitos, mi pequeña sobrina gracias al universo no le pasó factura el viaje. Me acuerdo que no dormí bien y el viaje de ida se me hizo más largo que la vuelta. El primer día nos dedicamos a descansar después de almorzar, creo que hubiese sido más fácil si hubiéramos comido liviano pero le habíamos prometido cajita feliz a mi sobrina así que donde manda capitán, no manda marinero.
El segundo día nos levantamos todavía un poco desacostumbradas a la altura, pero después de desayunar nos recomendaron unas pastillas sorojti pills para el mal de altura, las tomamos cada 8hs y desde ahí empezamos a mejorar. Ese día por la tarde hicimos el city tour en un micro sightseeing (esos de dos pisos que no tienen techo y te dan una vista panorámica). Pasamos por toda la ciudad de Cusco, que está un tanto empinada, conocimos por fuera el parque arqueológico Sacsahuayman, un nativo nos bendijo con el ritual de la hoja de coca y nos llenamos de energía. Este fue uno de los días que más disfrute porque pase tiempo con mi hermana y sobrina y nos adentramos un poco más en la cultura inca. Parte épica de este recorrido: donde el nativo nos enseñó sobre el ritual de la hoja de coca, había llamas (alpacas como le llaman en Cusco) y mi hermana insistía en que me acercara a una de ellas para sacarme una foto, justo era la más linda de las 4, pero la menos mansa: me acerqué tanto, le puse la mano y me escupió, dudo si alguien no se rio de ese momento, hasta yo me reí, al menos no me mordió…
Luego fuimos al Cristo Blanco de Cusco, similar al Cristo Redentor (otra maravilla del mundo, situado en Rio de Janeiro, Brasil) espero visitarlo en algún momento. Cuando salís de viaje, solo volves con más ganas de viajar me parece.
El segundo día fue un tanto triste para mí, me levanté temprano y me fui a conocer el Valle Sagrado de los Incas, allí conocí las localidades de Chinchero, en el que hay un museo arqueológico, en el que solo sobrevivió un templo español (iglesia que conserva rasgos andinos y españoles en las pinturas dentro de él), estos lugares se caracterizan por tener muchas escaleras y si no tenéis buen estado físico, los primeros días cuesta un poco. Antes de eso fuimos a un taller textil en el que hacían tejidos artesanales, es increíble el proceso para obtener una “chomba” (así les llaman a los suéteres de lana de alpaca, oveja entre otros y varían según la calidad). Tan artesanales que hasta los colores los elaboran con frutos, minerales que extraen de las montañas, un trabajo increíble y es gratificante que hoy en día estas comunidades mantengan lo tradicional, el trabajo artesano por encima de las grandes corporaciones. Es cierto que el precio rondaba los 60 soles, pero es entendible cuando tardaban entre 15 y 45 días para obtener el producto, luego de hervir los minerales o frutos para obtener el color o usaban hasta hueso de alpaca para acomodar el hilo. El día anterior también habíamos pasado por un taller textil en ambos nos convidaron mate de coca, se toma sin azúcar y viene muy bien porque la altura en Chinchero por ejemplo es de 3800 msnm.
El siguiente destino fue Moray, en la localidad de Maras es un sitio arqueológico está situada a 3500 msnm, su forma es increíble en 20 o 30 minutos según el ritmo podés recorrerlo de punta a punta, los expertos desconocen su origen. Lo que sí sabe es que el microclima varía en Moray con respecto a la tierra en los meses de estación seca (mayo, junio, julio) de todas maneras empiezan a variar a partir de enero y en los meses de sembrío (agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre la temperatura es muy similar). Si bien los expertos dicen que un meteorito le dio esa forma única a Moray, la realidad es que (según mi guía turística Giovanna) no presentan daños en la vegetación y creen también que los incas lo utilizaban como método de producción agraria, es un misterio que vale la pena conocer.
Después de este destino conocí las salineras de Maras, otro lugar hermoso del Valle Sagrado de los Incas. Está conformada por miles de pozos que tienen agua salada, de allí extraen sal rosada (muy bien valorada en el mundo), mi hermana pudo traer unas bolsitas, he escuchado a una limeña que en Lima las mismas bolsitas cuestan 20 soles, en Maras costaban 5 soles PEN aproximadamente 50 pesos ARS (puede ser un poco más, redondeando el cambio 10 pesos: 1 sol peruano). Maras es sin dudas un destino que vale la pena recorrer (con medio día es suficiente para conocer la historia de este lugar). Algo más para agregar las salineras están abiertas al público por ahora, en unos meses van a cerrarlas para conservarlas y solo podrán observarse desde un mirador (hoy por hoy el mirador se encuentra en plena construcción).
Luego de conocer Maras me tocó conocer Urubamba, provincia del departamento del Cusco, allí me tocó almorzar y de paso cambiar unos soles porque se me habían terminado para ese momento. Después de almorzar me cruce con mi hermana y mi sobrina que también estaba conociendo el Valle Sagrado de los Incas, la extrañaba. Ella venía de Pisac (destino que me iba a perder) y me contaba que era increíble y que mi sobrina de 3 años había subido y bajado las inmensas escaleras casi sin dificultad. Luego de eso, me tocó conocer Ollantaytambo (se me viene a la cabeza la pronunciación de una alemana: Olataytambo) también cuenta con un museo arqueológico para ese momento volver a subir, fue un desafío, fue lindo pero desgastante ¿para qué ocultarlo? En esta hasta Giovanna (guía) subió para contarnos la historia de Ollantaytambo.
Ollantaytambo se caracteriza por ser el camino a las ruinas de Machu Picchu, solía ser un fuerte inca a diferencia de los demás lugares que se utilizaban como medios de producción agrícola. Está ubicada a 2700 msnm. Luego de visitar este museo, me tomé un mototaxi iba cargada con dos mochilas hacia mi próximo destino, la estación de tren de Ollantaytambo: llegué, me dieron mis boletos de ida y vuelta hacia la ciudad de Aguas Calientes (Machu Picchu pueblo). Mi tren salía a las 19.30 y recién eran las 15hs. Después de eso, me fui a caminar y de repente escucho: señorita Débora, señorita Débora, era uno de los que hacen el check-in y me ofrece viajar a las 16.35 y le digo que sí, (me moría de sueño y esperar hasta las 19.30 era bastante) pero tampoco me convenía volver a Cusco que está a 90 km de la ciudad de Ollantaytambo.
A las 16 empezaba el embarque estaba sentada con dos franceses, mi antipatía letal jamás cruzamos palabras. Fuimos a embarcar, voy a mi asiento, 3 extranjeros más: el que se sienta al lado mío mega buena onda, pero claro en mi caso, cero cabida, solo quería dormir. Me pidió que le sacara una foto al paisaje, le advertí que el reflejo iba a salir me respondió: no se puede hacer nada con esa tonada característica de europeo que habla español. De frente tenía a dos alemanas que no pararon de hablar y una de ellas escribía su diario de viaje a mano, describía cada momento y como había sido el embarque en Ollantaytambo, mi compañero de asiento se reía y buscaba una excusa para hablarme (a mí que sólo tenía sueño y estaba en uno de mis días más antipáticos de la semana).
Después de 1h y algo de viaje (con las distintas detenciones que hace el tren, llegué) primero pasamos por la famosa hidroeléctrica (a 11km de Machu Picchu pueblo) ahí donde te dejan las combis y si las tomas en Cusco son como 6hs de viaje… Machu Picchu pueblo es muy pequeño, aun así, el primer día ese lunes que llegué, me perdí. Si yo, que soy mega cuidadosa, que me fijo en cada detalle me perdí. Me di cuenta de que hace un tiempo me pierdo o me olvido, con más frecuencia de lo normal, hasta un punto me preocupa. Me fueron a buscar del hostel, estaba bastante lejos de donde debería haber caminado, era de noche y estaba en otro país sola, con mi fragilidad y mi timidez nata. Vino Lorenzo, hola seño (por señorita) y si hubiese sido Argentina quizás pensaba que me iban a meter en una red de trata pero no, era el dueño del hostel, un argentino que hace 5 años vive en Machu Picchu con su esposa y su hija. Mi primera experiencia en hostel, pague 28 soles ($280) creo que fue uno de los gastos más baratos de la semana, dormí con un francés muy agradable (que esta en Cusco de voluntario) y en febrero viene para acá. Tambien estaba Ana, colombiana que me discutía que en Cusco la altura no se sentía, hasta que el francés le explicó que la altura en Bogotá es similar a Cusco por eso a ella no le afectaba, le dije que acá en Buenos Aires vivimos sobre el nivel del mar y fue un golpe terrible pero valió la pena ir a Cusco.
Al otro día me desperté a las 4, en realidad no pude dormir iba a conocer Machu Picchu, mi tan soñado destino, del que hablé desde septiembre hasta hoy que ya estuve ahí y por unos minutos volví a ser feliz. Lorenzo se levantó a prepararme el desayuno y le dejé una de mis mochilas, no sabía lo que me esperaba pero estaba ahí para conocer para sumar experiencias y así fue. Llovía, es época de lluvias, temporada baja siempre pienso a la lluvia como que trae algo nuevo, una sensación, eran las 6am y ya estaba en la ciudadela pero no se veía nada, puras nubes. Y allí mi confusión: nunca presté atención (tenía según yo: Montaña Waynapicchu pero me equivoqué, en realidad tenía Montaña Machu Picchu) así que hice la fila mal y luego no podía encontrar el camino hacia la montaña que me tocaba, otra vez me perdí 1h y cuando pensé que no iba a llegar encontré el camino (tenía desde las 7am hasta las 8am para ingresar a la montaña, llegué 7.58am) en ese momento perdida, sola, desahuciada, reconociéndome sola me convencí de que podía de que iba a encontrar el rumbo y así fue. Creo que cualquier situación en la que nos encontramos con nosotros mismos y encontramos una respuesta: ahí es, no necesitamos más.
Luego de haber perdido 1h caminando mi estado físico no era el mismo y mi mochila pesaba mucho, aun así escale, el objetivo eran 760 metros cuesta arriba, tarde muchísimo incluso quise abandonar en medio del tramo pero esa misma convicción y el decir para esto vine no me dejó abandonar, entonces escalé, pare todas las veces que lo necesite pero me concentre en mi objetivo que era ver desde arriba la ciudadela y lo hice. Después de 3hs y algo de caminata (el promedio es 2hs) llegué, vi la ciudadela para ese momento las nubes se habían ido y sólo había sol, sol puro para mi y todos los extranjeros que disfrutábamos la maravilla de Machu Picchu.
Claro que en la cima me lo crucé a él, ese que me quería hablar y no sabía cómo pero no pude darle importancia, estaba viviendo un momento único y difícil de borrar, si algo aprendí es que la gente va y viene, pero los viajes no, y mi sueño estaba por encima de todo. En medio de la escalada un estadounidense me dijo si estaba bien y le dije que si, solo un poco cansada. Otras personas que me crucé me alentaron cuando me vieron cerca de la cima, es lindo el clima que se genera y es lindo cruzarse con gente que valora tu actitud a pesar de por ahí no ser tan hábil.
Me quedé una hora sentada me parece, no lo sé, a los que pude les pedí que me tomaran una foto era la viva imagen de que puedo lograr lo que quiero si me lo propongo, a veces necesitamos un poco de estos hechos. Este año fue difícil y estuve mucho tiempo rota bueno quizás sigo rota, pero estoy llena de energía, esa buena de mis antepasados que hablaban en quechua, de mi bisabuela que era de pueblo originario, nativa. Por eso será que cada vez que pronuncian algo en quechua se me eriza la piel y siempre quiero saber más.
Gracias a mis viejos que siempre me inculcaron que estuviera orgullosa de mi tierra, de mis orígenes e hicieron que tomara conciencia de mi sangre latinoamericana de la que estoy orgullosa, del Sol y de cada mineral, fruto que se producen en estas tierras.
Machu Picchu es trascendental solo si tenemos esa doble sensación, valió cada jadeo y suspiro al subir esos 760 metros. Le agradezco a mi hermana que me siguió en este viaje, es algo que me queda para siempre, este viaje me hizo reconocerme y estar orgullosa de quién soy.
Después pasé un día entero con mi sobrina en las aguas termales de Aguas Calientes, me reí tanto y la pasé tan lindo, soy la tía más afortunada del mundo, mi sobrina es más de lo que merezco. Al otro día volvimos a Cusco y ya no era la misma, este viaje te cambia en algún sentido te vuelve más conciente de la riqueza latinoamericana y lo mucho que tenemos que cuidarla para las próximas generaciones. Cusco también es una ciudad increíble, volví a recorrerla los días restantes (no llegué a Vinicunca y a Huamantay por falta de tiempo y también por cansancio, la altura es aún mayor (1000 – 1500 más msnm) y si bien tenía ganas, me gustaría hacerlas con alguien, la felicidad es real cuando es compartida así que ya me llegará el momento y la seguridad.
Volví a Buenos Aires extrañé un poquito la comida, aunque puedo decir que la comida peruana es excelente y de mis favoritas, así que seguiré probando ceviche por Buenos Aires.
Gracias a cada de uno que estuvo apoyándome desde el día uno para que lo concretara y a los que me tiraron mala onda también, muchas gracias.
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