No, no lo estoy buscando. Siempre estuvo ahí. Soy de ahí, así lo siento.
Erase un verano caluroso en la provincia de Buenos Aires, en la zona sur del conurbano. Ese jueves llovió la niña llegaba en un contexto económico malo pero buscada por sus padres. 28, fin de mes del primer mes del año de los últimos años del siglo XX.
La niña creció, sus padres siempre quisieron que conozca sus raíces por eso siempre la llevaban al norte. Su norte.
El norte estaba lleno de gente como ellos. El norte los esperaba. El norte era una segunda casa para esa familia.
Luego llegó su compañera y también se sumo a estos largos viajes al norte. El norte se volvió su norte.
Los años pasaron y ahí estaban siempre querían volver porque el norte era otra casa más, en el norte estaba su gente, en el norte no faltarían los abrazos y los besos aún en el peor momento de sus vidas. El norte.
La última vez que volvió al norte una señora de más de 90 le dijo: "volviste paloma".
Por dentro pensó y si, siempre vuelvo a mi norte.
Otra señora de más de 70 le confió: usted se merece alguien que la quiera siempre si alguna vez se enamora, nunca acepte menos. Porque usted se lo merece. Por un momento sus ojos brillaban, un mensaje tan simple y sabio logro conmover a la muchacha que transitaba sus veintimuchos...
Le esperaban más aventuras pero por si no llegara a escribirlas afirmó: soy feliz, viaje todo lo que pude, tengo una familia enorme e increíble, en su mayoría gozando de buena salud. Pedir más seria ser desagradecida.
De algo estoy segura me llevo todo lo que viví...
El amor quizás no llega pero ya dejó de preocuparme.
Disfrutar es poder vivir la mayor cantidad de momentos porque cuando las personas parten, no se llevan nada.
Con mucha incertidumbre se despidió siempre fue poco demostrativa pero detrás de la coraza se escondía el corazón.
Por mucho tiempo reprimió amor y un día lo devolvió a quienes lo merecían: su enorme familia, su norte.
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